LA OTRA GUERRA, LA DIGITAL
por Arturo Soto Munguía
La llamada guerra digital no se refiere solo a ciberataques, al robo de información o al daño de los sistemas informáticos: tiene un capítulo interesante relacionado con la propaganda. Supone controlar la información para influir en la opinión pública.
De acuerdo con una definición clásica, se trata de un tipo de ciberguerra sicológica que se consigue fácilmente a base de ataques de desinformación en redes sociales y medios digitales, así como a través de fake news.
A juzgar por lo que vimos ayer en redes sociales, estamos ante una escalada de esa guerra.
Impresionante el operativo en redes sociales lanzado desde Palacio Nacional para construir la narrativa que más conviene al gobierno federal a propósito del artero asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, cuyo asesino, que fue abatido en el lugar de los hechos por las escoltas del bragado munícipe, ya fue identificado como Osvaldo Gutiérrez Velázquez, un joven originario de Apatzingán y al parecer vinculado al Cártel Jalisco Nueva Generación.
Visiblemente molesta, irascible, la presidenta Claudia Sheinbaum salió ayer a su mañanera para cargar con todo contra comunicadores que le dieron vuelo a la noticia del asesinato, pero sobre todo contra quienes llamó ‘comentócratas carroñeros’, líderes de opinión que han enfatizado los llamados de auxilio previos que hizo el alcalde ejecutado para pedir apoyo al gobierno federal.
En realidad, Carlos Manzo traía desde hace tiempo una ‘diana’ en el pecho que no vieron solo los que no quisieron hacerlo, pero en un estado como Michoacán donde ya van diez alcaldes asesinados y recientemente cayó abatido por las balas del narco el empresario citrícola Bernardo Bravo, era obvio que la maña iba a ir por Manzo, que primero ordenó a sus policías ‘tirar a matar’ en caso de enfrentamientos con grupos delincuenciales, y personalmente les plantó cara. No se la perdonaron.
Un asesino solitario pudo llegar hasta él durante una festividad por el Día de Muertos -vaya cruel paradoja- y dispararle tres tiros que terminaron arrancándole la vida. El suceso desató la natural indignación ciudadana y obviamente, como invariablemente ocurre en estos casos, la exigencia de justicia tomó la ruta de la politización. No puede ser de otra manera y eso lo saben muy bien en Morena, que hizo de casos similares, banderas político-electorales, muy bien manejadas, por cierto.
En Morelia un grupo de personas tomaron violentamente el Palacio de Gobierno y causaron destrozos; varios fueron detenidos. Notable la presencia de un grupo que se hace llamar ‘Generación Z’, que por cierto está convocando a una marcha el próximo 15 de noviembre exigiendo el cese a la violencia. De inmediato fueron identificados dos de sus líderes a quienes se evidenció en redes sociales como cercanos a Ricardo Salinas Pliego y a Xóchitl Gálvez.
La propia presidenta adelantó que ya mandó hacer un estudio de las cuentas que, en la narrativa oficial están orquestando un ‘golpe blando’ que algunos definen como “una estrategia de desestabilización política y social que busca desestabilizar a un gobierno sin recurrir a la intervención militar o a un golpe de Estado tradicional. En lugar de usar la fuerza directa se emplean tácticas de presión sicológica, mediática, económica y jurídica”.
En esa lógica, las redes sociales se poblaron de cuentas para alimentar tendencias exigiendo la renuncia de la presidenta y acusando al gobierno de mantener una alianza inconfesable con grupos criminales, esta última, una narrativa que los principales personeros del gobierno norteamericano -comenzando por Donald Trump- mantiene desde el inicio de su mandato.
El operativo oficial en redes sociales fue épico y se movió en varias líneas, desde recurrir al villano favorito que es Felipe Calderón acusándolo de ser el iniciador de la fallida ‘guerra contra el narco’, pasando por cargar contra comunicadores y líderes de oposición llamándolos carroñeros y vendepatrias, hasta sostener que el alcalde asesinado era parte de un grupo criminal.
Los voceros oficiales y oficiosos del régimen salieron en masa a enfrentar la también masiva operación de los voceros oficiales y oficiosos de la oposición, desatando otra guerra, la guerra digital con la que en estos tiempos se gestionan las crisis políticas.
Claramente, esto ya no tiene vuelta atrás. En la arena digital se va a disputar esta otra guerra, la de las percepciones generadas por cualquier medio, sin escatimar ni regatear mentiras, medias verdades, posverdades y fake news de uno y otro bando.
