RINCON BEISBOLERO | ANABE, LAS MISMAS RAZONES DE VALENZUELA
Por: José Carlos Campos
9 de Diciembre de 2025
DECÍAMOS- Dijimos que el caso de Fernando Valenzuela y el salón de la Fama era una cruzada improbable pero loable, alcanzó lo sublime pero también dijimos que era una historia con un final muy previsible: los números no le daban al Toro. Así fue que pasó lo que debía pasar y por ello es que no creemos que haya razón para asombrarse y para el desencanto: ya se veía venir.
Y aquí no es demeritar la decisión tomada por el Comité de la Era Contemporánea, seleccionar a Jeff Kent nos parece una decisión muy justa, acertada. Vamos, mencionar a Kent como uno de los mejores segundas bases de su época (y tal vez de la historia) a través de sus números no puede atraer juicios de valor que pecan de incorrectos.
Sí, caray, causa algo de desaliento que Valenzuela no haya sido tomado en cuenta, que su cosecha de votos haya sido magra y se justifique en el criterio de fanáticos y del periodista bufanda que enarbola los méritos de Fernando (que se reconocen) pero que mayoritariamente se alojan fuera del terreno de juego porque, insistimos, los números no la alcanzaron.
Ahora, a esperar hasta 2031 cuando menos, igual a superestrellas como Barry Bonds y Roger Clemens a quienes números les sobraron, pero mucho les falló en lo extra-terreno. Dirán los optimistas, “ya habrá chance”.
Por lo pronto no queda sino irse a una esquina a lamerse las heridas que no hay tiempo para cuestionar la decisión, quejarse del comité ni para invocar al esperado desencanto.
Coincidimos en la forma y fondo en los expresado por el presidente del salón de la Fama de Cooperstown: “Lo que Fernando hizo por el beisbol no va a cambiar porque no tenga una placa en el Salón de la Fama. Él está en nuestro museo, tiene una historia muy importante”. Con eso basta, ¿no?
VICEVERSA- Ahora bien, todo este tema nos trae a valor presente una pregunta, ¿y por qué no los apoyadores para que el Toro ingresara a Cooperstown no invierten ese mismo esfuerzo y vigor de gestión para que se logre que en el salín de la Fama del Beisbol mexicano se entronice y rinda justicia a los integrantes de la ANABE y la huelga de 1980?
¿Qué acaso no son los mismos argumentos que se esgrimen en favor de Valenzuela?
“Es que los números no son todo”, dicen los que apoyaron a Valenzuela, “hay que fijarse lo que hizo fuera del terreno de juego”. Idéntico a los anabistas: fuera cifras, que vaya que varios huelguistas tienen méritos, lo que hicieron fue lograr un cambio sustantivo en favor de las generaciones subsecuentes, que pelearon con todo para romper moldes y equilibrar las situaciones de desigualdad existentes, su lucha fue justa contra lo injusto, ¿acaso ello no merece reconocimiento?
No todo es ver hacia lo que hace el salón gringo, ven la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio, en su propio patio. Que, si indigna no ver a Valenzuela en Cooperstown, indigna también ver fuera de Monterrey a los Anabistas.
¿Homenajean a Treto que institucionalizó la tranza y la maroma y no a quien luchó por dignificar la pelota nacional?
¡Caramba! como que los colores del desencanto toman partido, como que los arroja y conduce una marea que se mueve a conveniencia y la capacidad de desencanto llega apenas toca intereses muy propios.
O tal vez sea que tendremos que esperar a que surja un nuevo mecenas para su decisión sea hacer a la ANABE un funeral masivo y lo llame “los héroes caídos”, todo mundo lo lamente y así quede bien.
Entonces seguirá siendo, pero poquito, el perfecto mundo de los hipócritas.
