Por: José Carlos Campos
8 de Mayo de 2025
5- Desde hace años hemos sido, en lo personal, reiterativo en el sentido de que al Salón de la Fama del béisbol mexicano hace falta un mucho de transparencia y claridad de miras. De haber surgido como una institución que rinda culto a la excelencia beisbolera hoy nos luce como un caminito fácil a la premiación de la mediamía.
Nuestros desencuentros con al SDF vienen desde hace años, desde cuando era patrocinado por la Cervecería Cuauhtémoc, desde que nos integramos al comité elector y nos dimos cuenta que aquello era una alegoría del favoritismo, que se había convertido en el juguete para aliviar egocentismos, una manera de quedar bien y congraciarse con una camarilla de periodistas que cobraban religiosamente los sobres amarillos que la liga (entonces) Mexicana de Beisbol les surtía.
Para como los directores del Salon esgrimían que “así son las cosas”, se sometieron a los designios del cacique en turno de la LMB Pedro Treto Cisneros y permitieron que la falsa y distorsionada narrativa pseudo histórica del periodista Tomás Morales fuera la hoja de ruta.
Así se empezó a desdibuja la idea original surgida en 1973.
LLEGADA– No fue hasta que llegó a la dirección del SDFG de Juan Filizola que pudimos tener un mayor acercamiento con la institución y en Mazatlán pudimos plantear nuestras inquietudes, empezando por lo que considerábamos una urgente depuración del Comité Elector, cuya integración pecaba de “irregular”: desde vendedores de tacos pasando por gente que escribía de otros temas muy ajenos al béisbol (como de toros, por ejemplo) y una asignación regional que permitía marcados desequilibrios en las votaciones.
Por ejemplo, votaban periodistas radicados en plazas en las cuales nunca habían aterrizado franquicias beisboleras; ciudades en donde brotaban colegas, cual si los medios estuvieran atiborrados de eruditos beisboleros… en fin, era cosa de pedir poner orden.
Vino el desaguisado con la Cervecería y llegó la el “nuevo” Salón auspiciado por Alfredo Harp Helu quien atrajo a su vez nuevos yerros en su conducción luego de que siendo su actual “mecenas” y a la sazón dueño del club Diablos Rojos del México, a querer o no esto gravita enormemente en las decisiones de un muy conspicuo Comité Elector al que le sigue faltando una depuración.
Y esto viene a cuento por lo sucedido el día de ayer.
ELEGIDOS– Se hicieron públicos los resultados de las votaciones para elegir a los que serán entronizados de la generación 2025 y lo primero que salta a la vista es que de los seis peloteros elegidos dos sean nativos de Nuevo León, ciudad sede del Salón. Eso es lo de menos.
NO es que uno quiera que sean elegidos aquellos por los que uno votó sino que efectivamente quienes resulten elegidos se apeguen al prototipo que debe llenar un Inmortal: no que hayan sido buenos sino extraordinarios, que estén por encima del promedio. Pero parece que la definición aún queda lejos del entendimiento de quienes votan.
Los elegidos resultaron Francisco Campos, Roberto Saucedo, Roberto Ramírez y Óscar Robles en la categoría de peloteros “locales” e Ismael Valdez y Jorge de la Rosa como Mexicanos en Grandes Ligas). A tres de ellos no les ponemos tache, merecido lo tiene sin discusión (Campos, Robles y Valdez) pero de Saucedo, Ramirez y De la Rosa nos reservamos la duda. La pregunta es, ¿realmente se apegan al perfil de “extraordinarios”?
Son estas decisiones las que ponen a pensar en dónde está “chueca” la cosa, en qué factor incide para que las decisiones no resulten en apego a la calidad competitiva que debe exigirse en el Salón. Viene de inmediato a la memoria del racional que daba Tommy Morales del porqué se había entronizado al “Brujo” Rosell: “es que una vez le pegó hit bateando de emergente ante Max Lanier” y luego agregar en voz baja “y pues fue el que bautizó a los Diablos”.
De bautizos, compadrazgos y alegorías parece estarse llenando el salón de la fama.