Por: José Carlos Campos
20 de Mayo de 2025
EVOCANDO- El ya fallecido periodista beisbolero Gonzalo Camarillo conducía un programa de radio los domingos en ABC Radio de la ciudad de México, en horario vespertino, por ahí de las 4 o 5 de la tarde. Nos decía “aquí puedes hablar de lo que sea… excepto irte en contra de Roberto Mansur y los Diablos. Ya hubo un intento de censura”. Eran los tiempos estelares del “Mansur es la ley”.
Falleció el día de ayer el exdirectivo en su natal Veracruz, no en Monterrey donde hacía años disfrutaba de su retiro, cercano a un campo de golf en el que casi a diario jugaba. Lógico, los pésames y los elogios post-mortem por aquello de que “no se debe hablar mal de los muertos”.
Alguna vez, en el espacio de Camarillo y fuera de micrófonos, nos dijo “es que Mansur es desde hace rato un mal necesario para la pelota mexicana o más bien, para la liga Mexicana”. El tono fue de sorna, casi dicho con sarcasmo. Y es que antes establecíamos que el conductor directo de una de las épocas más sombrías y nefasta de este deporte había sido el ahora desaparecido directivo.
Sobre Mansur no caben las elegías, a no ser que surjan de intereses creados
(que no fueron pocos) y lo más cierto es que ameriten un repaso a los oscuros de su trayectoria, en la que hubo más tropelías que los diez campeonatos que obtuvo Diablos bajo sus riendas, nadie como él para casi silenciosamente al comienzo, hacerse del poder que ejerció en la liga.
TRAYECTORIA– De una extraña manera, Mansur supo influir en el cacique entonces en boga, Alejo Peralta, al mismo tiempo que bordó una extraña y perniciosa pareja (digamos sociedad) con el presidente de la LMB Pedro Treto Cisneros, amasiato que en mucho les facilitó a ambos hacer negocio a ojos vistos, muy redituables por cierto.
La dupla fue capaz, por ejemplo, de echar por la borda y sacar tajada del proyecto iniciado por Peralta de la Academia de Pastejé, convirtiéndola en un centro de exportación para pocos antes que de desarrollo para todos los clubes. Al mismo tiempo, Treto iniciaba el gordo negocio de las mudanzas de plaza y el cobro por franquías a conocidos, amigos y compadres, todos al gusto de Mansur. Por cierto, la pareja Treo-Mansur se hicieron por un tiempo de la plaza de Reymosa, de la cual se hicieron sin rubor alguno
En las asambleas de liga, la voz de Peralta solamente era opacada por la de Mansur quien “recitaba” y daba a conocer el reglamento que él mismo inventaba y sacaba a colación a conveniencia. Claro, con la anuencia de Treto.
Alguna vez, en los Ochenta, quiso que los equipos de la LMP pagaran una “renta” por utilizar en invierno a sus peloteros. En 1986, le llamó a don Juan Manuel Ley para notificarle que pedía cierta cantidad por el “permiso” para que el pitcher Salomé Barojas jugara con los Tomateros de Culiacán. “No me chingues, Roberto, si así lo quieres, págale entonces todo el año. Se lo voy a comentar a Salomé”. Hasta ahí llegó Mansur, no le cuadró lo dicho por Ley.
TROPELÍAS– Ya con el sartén por el mango, Mansur vivió años del cuento y la imposición de su palabra. Arrimó a sus amigos a la LMB (caso Perez Avellá), como ejemplo) y se hizo cargo del pingue negocio de la exportación de peloteros, vía el hacerse del control de firmas de los peloteros nativos. Para ello concretó la complicidad de Treto, quien puso a la estructura administrativa de la liga al servicio de Mansur, quien así llegó a manejar a casi el 70 por ciento de los peloteros nacionales. No había venta de jugadores sin el consentimiento del jefe de los Diablos Rojos.
Imposible olvidar que vendió en dos ocasiones al pitcher “Chayín” Rodríguez en lapso de unos días Cincinatti y Pittsburgh.
Imposible no citar cuando casi exigió a Grandes Ligas que le pagaran un porcentaje de la cantidad por la que firmaron los Expos a Octavio “Tavo” Álvarez, que había llegado del draft universitario gringo.
Repasar la lista de beisbolistas “vetados” y congelados por Mansur por percepciones e interpretaciones de un reglamento que solo él conocía y aprovechaba.
Falleció cuando la LMB cumple 100 años de existencia y muchos de esos años tuvieron como personaje a quien hoy se dificulta mencionar sin recordar los años sombríos y funestos en que fue el poder personificado.
No, hay cabida para la elegía. Que descanse en paz Roberto Mansur Galán.